A continuación os dejo el artículo de opinión publicado este mes en la revista
Dependencias:
El Gobierno acaba de cambiar en
España, ahora son los populares los que deben estar al frente del país, pero en
cuestiones de salud pública no deberían existir diferencias políticas por
ejemplo en materia de drogas. Por suerte o por desgracia, los recortes se van a
evidenciar, más aún y no solo por estar en un momento de crisis económica,
porque esa situación se viene arrastrando más bien hace ya algunos años.
En la esfera española todo está
por ver, pero solo hay que observar comunidades como Castilla La Mancha, donde
los populares ya llevan tiempo en el poder y cómo han abordado problemáticas
como el caso producido en las farmacias de toda la comunidad. Deuda acumulada
porque los farmacéuticos no pueden hacer frente a los pagos de los medicamentos
porque han debido adelantar pagos, que en teoría debía cubrir la propia
comunidad. ¿Dónde está el dinero? Invertido o tal vez malgastado en otras
cuestiones. Y como siempre la sanidad y la educación pasan a segundo plano. Un
error enorme en países desarrollados y en democracia, puesto que lo único que
se consigue es una involución. Aunque tampoco los otros lo hicieron bien. El
problema no viene porque los políticos no sepan estar al frente de situaciones
complicadas como la actual. El País publicaba el otro día un artículo cuyo
titular me resultaba de lo más curioso: ¿Están los políticos de ahora menos
preparados que los de antes? Supongo que cada uno tiene una respuesta para
ello.
En Europa la situación no es más
fácil, se han tenido de aprobar tratados nuevos o reconfiguraciones de los ya
existentes y dentro de todo ello está la supervivencia de la moneda común, que
nos ha hecho crecer como un conjunto de naciones Paneuropeas, o al menos eso es
lo que se pretendía.
Ante la situación, no solo en
España y Portugal, sino como hemos dicho en todo el continente. ¿Quiénes son
los más afectados? Pues todos y cada uno de los rincones que configuran el
estado del bienestar.
El Ministerio de Bienestar y
Política Social lanzó el mes pasado una interesante campaña que pretende luchar
contra lo que ‘no debe ser normal’, el temprano inicio en la edad de consumo en
las bebidas alcohólicas. Un anuncio que destaca cada una de las cosas que son
normales a cada una de las edades en la vida de una persona y que se para en
los 13 para destacar, que aunque lo normal sea el inicio en el consumo, esto no
debería ser normal. A raíz de esto, se ha redactado un ‘Manifiesto contra el
consumo de bebidas alcohólicas en menores’, que se hizo público el pasado mes
de septiembre en Madrid. En él participan
asociaciones y organizaciones de toda España, que están preocupadas por
la alarmante problemática del consumo en menores de edad.
Así reza el manifiesto:
“La estrategia de la Unión Europea para reducir los daños relacionados
con el alcohol establece como prioridad el controlar su consumo en menores,
mediante programas generales de prevención que empiecen en la primera infancia
y pasa por la necesidad de una coordinación entre todos los agentes implicados.
En este sentido, los sectores y las asociaciones aquí representadas
tienen experiencia suficiente en cooperación y elaboración de planes de
actuación conjunta y manifiestan su disposición para crear una plataforma de
trabajo estable que permita diseñar campañas dirigidas a menores y su entorno.
En consecuencia, y ante la demanda generalizada de respuesta al
problema del consumo de alcohol por los y las menores de edad, se constituye la plataforma de trabajo
donde todos los agentes implicados puedan comparar puntos de vista, trabajar
conjuntamente y emprender acciones en colaboración para evitar cualquier tipo
de consumo de bebidas con contenido alcohólico por parte de menores.”
Ahora cabe preguntarse si medidas
de este tipo van a tener lugar en los próximos años o si se van a seguir las
que ahora se han abierto. ¿Qué ocurrirá con los intereses políticos? ¿Van a
predominar de nuevo y se dejarán de lado las necesidades reales? Sea como sea
habrá que aceptarlo, porque nos guste o no, es el juego de la democracia y lo
que todos hemos elegido para los próximos años. Los afectados no serán solo los
profesionales, lo serán también los más débiles de la pirámide, los enfermos.
Ojalá me equivoque.