sábado, 19 de agosto de 2017

No al odio. Sí a la PAZ

A veces pienso si no vivo en una sociedad deshumanizada. Por desgracia en los últimos meses hemos tenido que vivir de cerca atentados terroristas, que de forma egoísta y nada empática no nos preocupaban porque estaban lejanos a nuestras tierras (en Oriente Medio). Creíamos que nunca nos llegarían a golpear aquí. La respuesta que debería ser una repulsa absoluta y un grito unido de manos blancas por la paz, se ha convertido casi de forma automática, después de cada ataque terrorista en distintas capitales europeas, en gritos de guerra y odio contra el extranjero. Estoy triste, más triste que nunca por distintas cuestiones. En primer lugar, porque los terroristas han conseguido uno de sus objetivos, dividir a la sociedad y crear y alimentar la ‘islamofobia’ que ahora prolifera como la pólvora por las calles de nuestras ciudades. ¿Cómo? Mediante la poderosa herramienta de la propaganda, con hastags como #StopIslam,generado casualmente por el mismo DAESH. 

La propaganda es una herramienta que vienen usando muchos gobiernos a lo largo de décadas de historia y que ahora también están usando los terroristas. Se explica muy bien en el libro ‘Como nos venden la moto’ de Noam Chomsky e Ignacio Ramonet: “En los años 30 Hitler difundió entre los alemanes el miedo a los judíos y a los gitanos: Había que machacarlos como forma de autodefensa. Pero nosotros también tenemos nuestros métodos. A lo largo de la última década, cada año o a lo sumo cada dos, se fabrica algún monstruo de primera línea del que hay que defenderse. Antes los que estaban más a mano eran los rusos, de modo que había que estar siempre a punto para protegerse de ellos. […] Pero al perderlos como encarnación del lobo feroz hubo que fabricar otros, al igual que hizo el aparato de relaciones públicas de Reagan en su momento. Y así, precisamente con Bush, se empezó a utilizar a los terroristas internacionales, a los narcotraficantes, a los locos caudillos árabes o a Sadam Husein, el nuevo Hitler que iba a conquistar en mundo”.  De esta forma justificaron actuaciones belicosas, metiéndose en países con guerras civiles o poniendo como excusa que había que acabar con las armas de destrucción masiva, que más tarde se demostró que no existían. De ahí algunas fotografías como la famosa de las Azores. El libro sigue: “Han tenido que hacerlos aparecer uno tras otro, asustando a la población, aterrorizándola, de forma que ha acabado muerta de miedo y apoyando cualquier iniciativa del poder”.

Esto es lo que se está utilizando en este momento, la propaganda, que sin darnos cuenta ha ido calando poco a poco en la población general y es ahora cuando se empiezan a escuchar verdaderas barbaridades de odio hacia todo el mundo árabe y la cultura y religión musulmana. Hay algunas personas que generalizan, que tildan a todos los musulmanes de terroristas. ¿De verdad? Vayamos a un pasado que tenemos relativamente cerca: ETA. ETA actuaba en España y en territorios españoles como el País Vasco, ¿significa esto que todos los españoles somos terroristas de ETA? ¿O que todos los vascos sean terroristas? Sencilla la respuesta, ¿verdad? Los radicalismos nunca son buenos. Del mismo modo, el Ku Klux Klan son cristianos racistas, ¿significa esto que todos los cristianos sean racistas y quieran acabar con las personas diferentes a ellos? He puesto dos sencillos ejemplos para que se entienda mejor lo que se está viviendo.

Los refugiados que vienen a Europa huyen de los mismos que esta semana atentaron contra el corazón de Barcelona y en Cambrils, contra los mismos que antes lo hicieron en Londres, en París, en Bruselas, en Estocolmo, en Berlín, etc; y contra los mismos que de forma diaria perpetran atentados en cualquier país de Oriente Medio. Huyen de la guerra, huyen de la destrucción, huyen de la muerte.
Algunos quieren cerrar fronteras… sin pararse a pensar que muchos españoles se vieron obligados a abandonar España en tiempos en los que ETA causaba estragos, o en tiempos de Franco, por pensar diferente sencillamente.  Los terroristas radicales islámicos (DAESH) son una minoría, un puntito dentro de un círculo inmenso. No se puede generalizar.

Otros se excusan en que la comunidad islámica no ha condenado los atentados. Error: Lea este artículo.

No busquemos excusas para justificar el odio, el odio no tiene justificación, es el causante de las guerras. Tendamos la mano a los que la necesitan, con solidaridad, porque los que huyen de la guerra no lo hacen por gusto ni placer, lo hacen por la necesidad de salvar sus vidas. La guerra santa que algunos dicen que vienen a realizar, la realizan los terroristas, que quieren imponer a la fuerza su religión y su modo único de ver la vida (otra semejanza con Hitler), pero como bien se puede leer en las condenas por parte de la comunidad islámica, el Islam está basado en ayudar al prójimo y no cometer asesinatos. 

Ellos, los refugiados están tan perseguidos como nosotros, porque son consideramos por el DAESH como desertores: “Para DAESH cualquier musulmán que se integra en la vida de los países occidentales en los que vive es un colaboracionista y pasa a ser un kafir (infiel), igual que todos aquellos refugiados que abandonan voluntariamente el Estado Islámico huyendo de la guerra. El plan de DAESH para que estos infieles se radicalicen es provocar mediante el terror reacciones violentas por parte de los europeos, que la islamofobia se extienda y que se trate a los refugiados como terroristas” Lea el artículo completo de La Marea.

Además, habría que remontarse años atrás y estudiar con detenimiento los movimientos políticos y propagandísticos que se han ido realizando por parte de países de Europa y EEUU. Sin ser analista política, pero si realizando una lectura más o menos diaria de lo que acontece en el mundo, se puede entender que ciertas situaciones en algunos países han sido provocadas por acciones de nuestros gobiernos. Con esto no quiero justifcar las acciones de los terroristas ni mucho menos, no están justificadas, son unos asesinos, pero el mapa global de la situación actual es mucho más amplio y complicado que reducir toda la culpa y odio a los refugiados. Y tal vez esta es una reflexión que también se necesite realizar.

Un consejo: Es importante leer en distintos medios, leer distintas opiniones, escuchar a los que saben de qué hablan (analistas políticos, sociólogos, periodistas internacionales de larga trayectoria), es importante viajar para ver y comprender otras culturas (siempre que se pueda), pero sobretodo es importante la mirada respetuosa y la mente abierta, cosas que difícilmente se consigan sin todos los ingredientes anteriores. Repetir lo que dicen unos no es tener una opinión propia formada, la opinión se debe crear a base de contrastar y ejercer la responsabilidad de culturizar la mente.

Dejemos de odiar y unámonos para combatir a nuestro enemigo común, el que quiere acabar con la tolerancia, el respeto y la convivencia.

Todos tenemos derecho a opinar diferente pero no nos refugiemos en que es un derecho democrático, porque la democracia cree en la convivencia y el respeto de todo tipo de personas independientemente de su condición sexual, su procedencia y su etnia.


No al odio. Sí a la paz.