viernes, 17 de agosto de 2012

Las sábanas son deliciosa suavidad

Tuvo un ademán. De repente sopló el viento que estaba desaparecido. Le dio una tregua momentánea al infierno derretido que era la calle. Los pulmones se llenaron de energía por unos simples segundos. Y volvió el caldero a ser asfalto. Yo a arrastrarme cual serpiente arrepentida y perezoso de ojos entrecerrados. Llegando a casa me convierto en charco de agua y el cansancio me desploma con un temblor de piernas tras haber soportado un peso tres veces superior a mi cuerpo. El sofá se acomoda al cuerpo y rendida perezco en el trance de hacer revivir el alma. Las sábanas son deliciosa suavidad conmovida por mi cansancio. Me acaparan entre sus inexistentes brazos anaranjados y me cantan noctámbulas canciones de cuna. Reposo ensimismada en el techo blanco y me van venciendo a pesar de la lucha que mantengo con los párpados de plomo. Silencio. Desaparición. Sumisión a los sueños. Cuando despierte no encontraré el rincón de la realidad y querré dormir cien años más. Necesito reposar en la playa solitaria y vespertina para recuperar la energía de la mañana para escribir con el razón y el corazón, las verdades que me susurran las nubes del cielo, que a veces deciden protegerme de la llama incuestionable.

domingo, 12 de agosto de 2012

Un saco de estrellas


Metería en un saco las estrellas que caen sobre nosotros, reposados en la tela del campo nocturno. Les pondría nombre y te las regalaría como obsequio. Pero antes escucharía los deseos que contienen y que les  cantaste al oído, para cumplir cada ilusión que tengas, sin importarme qué contenga. Haría callar a los grillos y permitiría brillar a las luciérnagas, que esta noche nos acompañan, haciendo del mundo paciencia. Al caer la más grande luz del cielo, la guardaría en el bolsillo para soltarla tan solo cuando te falte la sonrisa sin habla que reposa sobre mi pecho, que ha conseguido respirar a gusto por primera vez en todo el día. Permanecería embobada con tu mano cogiendo la mía, sin atisbo de aire fresco pero con la piel erizada. Y al subir al camino de vuelta, escucharía la música lenta, mirando tu perfil en la oscuridad pero atenta a la belleza de tu barba, de tus ojos y conciencia. Todo antes de caer en el sueño en el que se repita mi saco de estrellas.

miércoles, 8 de agosto de 2012

Escucha, madre

Escucha nube blanca
siente mi corazón en punta
Pincha aguadamente
la sangre que revierte

Escucha pájaro tardío
como mi puño arremete
contra todo a lo que quiere
Siente el infarto
de un instante de luz negra

Escucha estrella marchita
siente mi lágrima dolorida
por el amor de una madre
que siente la soledad
del tiempo en compañía.

Escucha fuego incandescente
siente mi rabia contenida
la del guiño en la esquina
cuando el cemento casi ni respira

Escucha el recuerdo
de cuando decidí acercarme
al seno y fruto de mi cuerpo.
Acortar las distancias
y dejarte formar parte

Escúchame mi querida madre,
no hay mujer en el mundo
que me aporte más que tu parte
Siento mucho perderte
en mi intento de reencontrarte

Dime lo que sientes
e intentaré acercarme
Al cementerio de las preocupaciones
Al arenque de las felicidades

Porque querida madre,
aunque lo olvides y se te escape,
en mi vida, solo tengo una amiga.

Así que...
Escucha la nube blanca,
el pájaro tardío, la estrella marchita,
el fuego incandescente, el recuerdo...

Escúchame mi querida madre.