miércoles, 23 de noviembre de 2011

Pluja amb sonriure

Del meu germà Jordi Pascual;

Fina capa de pluja rellisca per la teulada,
com una llàgrima pel teu rostre
demostrant la teua ànima apagada,
així com la llum d'un canelobre.

Tristos núvols grisos recorren el cel
on avui mire i no hi ha estel,
sols cortines de pluja formant un gran vel
apagant amables somriures de mel.

Un estrident soroll
trenca en l'obscuritat,
augmenta l'aiguamoll
i em desperte esglaiat.

M'alce i mire per la finestra
i sense quasi destresa
observe la pluja espesa
que cau amb rapidesa.

Gargalls d'aigua baixen per les canonades, 
recollits dels teus ulls brillosos,
topen de nou amb les teulades
esperant, per fi, ser exclosos.

Avui plou al meu poble
i tu estas trista,
no vull fer-me el noble
però somrient, estas millor vista.

martes, 22 de noviembre de 2011

Las gotas puntean


Oigo las gotas puntear contra la persiana bajada. Es de noche y estoy quejumbrosa, demasiado últimamente. Se ha convertido en costumbre que me moleste todo lo que hace mi vecino. Una manía nada sana, tengo que reconocer. Me siento de color negro, con su doble significado, de luto unas veces y con función elegantona otras. No sé a qué parte prestarle más atención. La primera es triste, sombría, pero me apetece acercarme a ella y sentir morriña del pasado, echar de menos la inocencia de la despreocupación y no abalanzarme sobre pensamientos del futuro que están lejos y conformarán mi día a día. La segunda, la elegantona, me gusta un poco más, me recuerda quien soy, alguien valiente, capaz de superar riadas, pero también elegantona porque puedo presumir de quien va a mi lado. A lo mejor simplemente debería cambiar de color.
El mundo es tan complejo, siento que en ocasiones es demasiado diferente a mí, como si me hubiese estancado en la adolescencia y en ese momento de inconformismo e incomprensión. Aunque al mismo tiempo me paro a reflexionar y busco el sinónimo, ¿diferente es algo así como único? Porque en ese caso tampoco está tan mal ser diferente. Dicen que las mejores palabras son las que nacen de los ríos de lágrimas, tanto si son de felicidad como si son de angustia. No tengo claro de donde nacen hoy las mías. Siento necesidad de autonomía acompañada.
Sigo escuchando puntear las gotas de lluvia en mi persiana y mis párpados me invitan a dejarse llevar por la música. Buenas noches.

miércoles, 9 de noviembre de 2011

Llueve


Bajo por la escalera porque el ascensor está roto. Salgo a la calle, no sin antes mirarme en el espejo de la entrada. El resfriado me ha dejado el rostro pálido y aún así me regalo una sonrisa. Paso el umbral de la puerta. La calle está desierta. El frío viento se cala entre mis mangas, a pesar de que llevo mi abrigo rojo, aquel que me regalaste. Miro a la derecha pero sigue sin aparecer nadie. Sigo de pie como un palo, recta, sin moverme pero tiritando. Noto una escuálida gotita casi seca que corre por mi frente. Empieza a llover. Ahora el viento ya no silba solo. Yo sigo estancada mirando fijamente el suelo, no me encuentro bien pero necesito verte. De repente el faro de un coche me distrae de mi punto fijo, un chicle pegado en el suelo mostoso y grisáceo. Levanto la mirada, el cielo está negro de nubes y empapado de lluvia. Un coche se detiene ante mí, baja la ventanilla y entonces, sonríes. Te miro, me miras y el mundo pasa de su oscuro día triste y mojado peinado a colorido corazón y alegre perfumado. Bajo el escalón de la acera, me mojo los zapatos. Abro el coche, me siento a tu lado y me recibes con el beso más cálido posible. Eso es lo que me gusta, lo que necesito en mi vida. Consigues despertarme cuando estoy medio dormida. Consigues revivirme cuando estoy medio molida. Podría repetir mil veces tu sonrisa y nunca conseguiría imitarla tan perfecta. En los dos minutos de coche he olvidado que llovía.