martes, 22 de noviembre de 2011

Las gotas puntean


Oigo las gotas puntear contra la persiana bajada. Es de noche y estoy quejumbrosa, demasiado últimamente. Se ha convertido en costumbre que me moleste todo lo que hace mi vecino. Una manía nada sana, tengo que reconocer. Me siento de color negro, con su doble significado, de luto unas veces y con función elegantona otras. No sé a qué parte prestarle más atención. La primera es triste, sombría, pero me apetece acercarme a ella y sentir morriña del pasado, echar de menos la inocencia de la despreocupación y no abalanzarme sobre pensamientos del futuro que están lejos y conformarán mi día a día. La segunda, la elegantona, me gusta un poco más, me recuerda quien soy, alguien valiente, capaz de superar riadas, pero también elegantona porque puedo presumir de quien va a mi lado. A lo mejor simplemente debería cambiar de color.
El mundo es tan complejo, siento que en ocasiones es demasiado diferente a mí, como si me hubiese estancado en la adolescencia y en ese momento de inconformismo e incomprensión. Aunque al mismo tiempo me paro a reflexionar y busco el sinónimo, ¿diferente es algo así como único? Porque en ese caso tampoco está tan mal ser diferente. Dicen que las mejores palabras son las que nacen de los ríos de lágrimas, tanto si son de felicidad como si son de angustia. No tengo claro de donde nacen hoy las mías. Siento necesidad de autonomía acompañada.
Sigo escuchando puntear las gotas de lluvia en mi persiana y mis párpados me invitan a dejarse llevar por la música. Buenas noches.

2 comentarios:

  1. No he podido resistir esa sonrisa cómplice tras leer esta entrada. Eres única Mire y vales muchísimo, me alegro de poder compartir un trocito tuyo. Comparto tu reflexión, esa sensación que sientes, me ocurre a mi también !!!

    ResponderEliminar
  2. Gracias Marta! Eres un sol! Me falta tu compañía y los cafés en vasos de Danone.

    ResponderEliminar