Levanto un pie. Sutilmente y sin pensarlo, lo apoyo en el
suelo sucio de la calle. Despacio, muy despacio, se levanta la pierna de atrás,
haciendo ese juego de rodilla inconsciente. Se produce entonces un movimiento
rotatorio dirigido al mismo suelo sucio. La pierna se deja caer. Y cambia el
peso del cuerpo, esta vez apoyado en el pie contrario. Debería así poder
avanzar, y sin embargo, mi sombra ha quedado pegada como un chicle, allí
estirada. Me giro. La miro y me sonríe con la malicia de quien no te deja hacer
lo que quieres por perversa diversión. Me agacho y empiezo a despegar la
cabeza, mientras ella ríe a carcajada suelta y yo lloro de impotencia. Con
burla levanta una de los brazos sombra y me saluda con sorna. Enrabietada me
dispongo a coger la mano, aprovechando el movimiento, y ella de forma
automática se pega de nuevo al suelo y ríe más alto. Intento que mi enfado no
crezca y me dispongo de nuevo a intentar avanzar. Sin mirarla levanto de nuevo
el pie derecho, pesa, aunque no tanto como la primera vez. Descansa el pie en
el suelo y me dispongo a levantar el izquierdo. Vuelve a suceder lo mismo. La
sombra se ríe de nuevo, esta vez hasta suelta un par de lágrimas. Noto un calor
interno que me enrojece la cara y le doy un manotazo voluntario lleno de ira en
el pecho de la sombra. Sin embargo, me hago daño y la sombra sorprendida imita
mi manotazo para acabar de nuevo riendo. Me siento estúpida por querer herir a
mi propia sombra, a la que no puedo lastimar por ser lo que es, una
sombra. Me apoyo en la pared más cercana
y me quedo mirándola. Ha dejado de reír, como si le preocupara lo que estoy
pensando. Le digo con calma que quiero avanzar y que no puedo hacerlo si ella
no me acompaña porque es el reflejo de mi misma. No me responde. Me reincorporo
e intento de nuevo un avance, aunque sea pequeño para sentir que puedo andar
aunque solo sea unos pasos. No lo consigo. Me giro y veo que la sombra con
cierta tristeza en su expresión mueve la cabeza de lado a lado. Suelto un suave
pero firme ‘Por favor’. No me responde. Con un sofocante calor, decido sentarme
en el suelo y permanecer allí callada, acompañando a la sombra, esa parte de mí
que ahora no comprendo pero sin la que no puedo andar. Y tras mucho mucho rato,
me doy cuenta de que la cabeza empieza a despegarse del suelo, se levanta como
una pegatina despegada, poco a poco, sutilmente. Entonces la miro. Su expresión
es más tranquila. Ya no es malvada, ya no es burlona, ya no es triste. Sonríe
levemente mientras me mira ella a mí también. Y entonces me doy cuenta de que
el sol está derritiendo aquello que hacía que estuviera pegada al suelo. Y
comprendo que tengo que esperar un tiempo con paciencia a que ella esté lista
para poder seguir imitando mis movimientos.
jueves, 23 de julio de 2015
Enloquecida
Tumbada en el suelo con la mirada perdida en el cielo, me
siento abierta en canal, aplastada por
la más grande de las losas, mojada por la lluvia más fina y trasparente. Y
cuando por voluntad me incorporo, algo me retiene y me empuja de nuevo a permanecer
allí quieta. Ausente. Callada. Sola. Y me enfado con el mundo, por injusto. Con
él, por idiota. Conmigo, por no levantarme y seguir corriendo mientras sonrío.
Mis movimientos se enlentecen como nunca, mi alma llora un vacío desconocido. Y me planteo si este no será el dolor más profundo jamás sentido. Un sufrimiento paradójicamente bello por su significado. Un malestar odioso e incontrolable que me sumerge de repente de nuevo en un mar sin fondo cuando el día anterior ya parecía flotar en la superficie. Sin embargo, sé lo bonita que es la vida y disfruto los ratos que yo misma me permito revivir. Y por eso me molesta este estado de vigilia nocturna y desasosiego diario. Porque es como si de repente hubiese olvidado cómo disfrutar de las vistas de una Barcelona iluminada desde lo alto, de una estrella susurrante desde el cielo, de una música viajante entre árboles.
Escaparía de todo, me iría a la otra parte del mundo y me perseguiría la pesadez que arrastro desde hace tiempo, porque no puedo escapar de mi misma. Estoy rabiosa como nunca antes. Triste como nunca antes. Ensombrecida como nunca antes. Nostálgica. Melancólica. Cabreada. Contenta. Estremecida. Enfadada. Desasosegada. Desesperada.
Enloquecida.
Mis movimientos se enlentecen como nunca, mi alma llora un vacío desconocido. Y me planteo si este no será el dolor más profundo jamás sentido. Un sufrimiento paradójicamente bello por su significado. Un malestar odioso e incontrolable que me sumerge de repente de nuevo en un mar sin fondo cuando el día anterior ya parecía flotar en la superficie. Sin embargo, sé lo bonita que es la vida y disfruto los ratos que yo misma me permito revivir. Y por eso me molesta este estado de vigilia nocturna y desasosiego diario. Porque es como si de repente hubiese olvidado cómo disfrutar de las vistas de una Barcelona iluminada desde lo alto, de una estrella susurrante desde el cielo, de una música viajante entre árboles.
Escaparía de todo, me iría a la otra parte del mundo y me perseguiría la pesadez que arrastro desde hace tiempo, porque no puedo escapar de mi misma. Estoy rabiosa como nunca antes. Triste como nunca antes. Ensombrecida como nunca antes. Nostálgica. Melancólica. Cabreada. Contenta. Estremecida. Enfadada. Desasosegada. Desesperada.
Enloquecida.
La soledad cómplice de mi alma
Hoy me he vuelto a levantar extraña
Con un vacío infinito
Con un mordisco tosco en el pecho
Pensando en vaciar la casa
Esta vez de mudanza solitaria
Hoy me he vuelto a levantar extraña
Con la pesadez del andar
Con ojos caídos y húmedos
Pensando en restablecer la vida
Esta vez por mi cuenta
Hoy me he vuelto a levantar extraña
Con tu imagen en mi mente
Con los momentos en el recuerdo
Pensando en seguir sin eso
Esta vez con la soledad cómplice de mi alma
viernes, 17 de julio de 2015
Buena persona como meta
Voy a ir sacando cada dolor
En forma de letra convertida en palabra
Trasformada en frase
Que unida construya un texto
En prosa
En poema
En canción
Para así sanar un alma herida
Sin rencor
Llena de agradecimiento por lo que sucedió
Convencida de dejar atrás a una buena persona
Que no quiso herirme pero se equivocó
Voy a ir sacando cada dolor
En una habitación de Barcelona
Sobre la mesa de un comedor
Improvisado escritorio
Convertido en calor
De invierno
De hielo
De desamor
Voy a sufrir en alto
Para llorar en bajo
Para andar para arriba
Y suavizar lo de dentro
Para no morir de angustia
Y sonreír de cerca en el espejo
Y verme bonita y lista
Suave y bella
Buena persona como meta
Rotura, fisura, fractura
Rotura un desgarro resquebrajado
Cosido a puntadas con dolor
Ausente en la vida pasión
Parada en ventana tormenta
Valiente acción la estación
Parada respiro sin aire
Cae en el suelo corazón
Venido de un tiempo bonito
Quiebra fractura interior
Limpieza de un cambio anterior
Sin prisas ni pausas dolor
Decidida al camino mejor
Tormenta de viento menor
Solucionando problemas amor
Cansada habladuría pasado
Fisura silencio reposo
Ausencia que sana temor
Escala dura construyo
Viento en prosa busca alegría
Olas borran huellas amargas
Para poder seguir viendo el sol
jueves, 16 de julio de 2015
No puedo respirar
No puedo respirar
Me despierto en un extraño mundo
En una extraña vida
En la que ya no estás
Y aunque la decisión ha sido mía
Me duele
Me destroza
Me derrumba
Me desequilibra
Me derrama lágrimas
Ando extrañamente aliviada
Sabiendo que es lo mejor
Sin poder sonreír por lo que creo que fue algo valiente
Huir de una infelicidad que apareció de golpe y sin sentido
Y aunque la decisión ha sido mía
Me duele
Me destroza
Me derrumba
Me desequilibra
Me derrama lágrimas
Todo lo que fue, dejó de serlo
Cuando la vida se convirtió en angustia
Y el día a día en penumbra
Cuando mi corazón se abrió en canal
Y aunque la decisión ha sido mía
Me duele
Me destroza
Me derrumba
Me desequilibra
Me derrama lágrimas
Cojo aire
Suelto aire
No puedo respirar
Suscribirse a:
Entradas (Atom)