jueves, 26 de abril de 2012

Vi la luna una noche


Vi la luna una noche
encaramada a la ventana de adobe
semejaba ser una cuna
donde arropaba al hijo que  nunca tuvo

Era una visión visceral
como si solo sintiera el aire
con la chaqueta puesta, asomada al ventanal
donde su pedazo de sandía adornaba el cielo

Vi la luna una noche
encaramada a la ventana de adobe
Parecía sonreír entristecida
por estar su cuna vacía

Era como si intentara hablarme
Me obligó a escribir estos versos rotos
como una línea desigual de superficie agujereada
en el frío oscuro al sonrojarme

Vi la luna una noche
encaramada a la ventana de adobe
Llegó la nube que la hizo sonreír
 y su regazo quedó oculto

Tras el hijo que un día sí tuvo
los versos rotos se unieron como puzzle
y los puntos del cielo pasaron a ser sinceros
empezaron a reconvertir la tajada en luna llena

Pronto sus labios azules
adornaron el enjambre de estrellas
reconvirtiendo la red diurna en noche
para lucir sus vestidos  nobles

Y la esfera volvió a brillar
sobre las ciudades calladas para descansar
Y fue así como vi la luna una noche
encaramada a la ventana de adobe

domingo, 22 de abril de 2012

Crónica de las Jornadas de Socidrogalcohol

Dejo para mis lectores, la crónica que he realizado este mes para la revista Dependências, en la que colaboro mensualmente (Pág de las 14 a la 17).


domingo, 15 de abril de 2012

El tiempo



Alguien se ha levantado esta mañana
y ha pintado las esponjas del cielo de un gris acuarela,
del mismo tono que mi caja de postales viajeras

Alguien se ha despertado esta mañana
entre sábanas calientes
y ha decidido pincel en mano
garabatear su estado de ánimo

Alguien ha amanecido esta mañana
sin poder iluminar la tierra humana
tras una capa sólida de algodones sucios
y ha dejado tan solo intuir sus rayos

Alguien se ha decidido esta mañana
por mirar obsesionado las agujas del reloj
sin entender el sentido de las horas
creyendo compulsivamente no llegar a tiempo

Alguien ha querido esta mañana
angustiarse por todo
dejar de lado los versos de Benedetti
y olvidarse de escribir, y con ello también de vivir

miércoles, 11 de abril de 2012

Obsesión convulsionada


Los tres cientos más unos cuantos días de obsesión convulsionada en querer demostrar cómo debe ser la vida de alguien externo a uno mismo. La amargura de querer soslayar la razón para entender lo que dicta el alma y el corazón. Y la tristeza que produce una crudeza deshumana que en algún momento fue la fuente de tu vida y tu ser. El mismo que ahora se dispone a quebrantar la libertad de uno mismo para inmiscuirse en el dolor ajeno y propio, y dejar que sucumba ante las lágrimas, la incomprensión de cómo un ser que te quiere puede ser el causante de tanto daño y sufrimiento. Y tu, sencillamente fuerte y perecedera tras los vientos y las mareas, decides permanecer erguida, aunque no sin derramar la pena por tus ojos y dejar de mostrarle al mundo la humanidad que debería tener y la alegría que cada uno debería poseer al intentar ser mejor persona, aunque solo fuese una parte pequeña de ti. Los milaneses han visto bien poco esa bonita sonrisa que montada sobre la bici ahuyentaba a las nubes aquí en Elche. Tengo ganas de que los tres cientos y unos cuantos miles de días de obsesión convulsionada se reconviertan en ansias sanas de perdonar y reconducir la existencia de ti misma y que seas capaz de ver que el mundo tiene para ti algo que te mereces mucho más que la amargura continuada del incomprendido.
A mi amiga milanesa.

lunes, 2 de abril de 2012

Líneas discontinuas


Es en este momento de lucidez extraña cuando me pregunto el menester de las líneas discontinuas que ruedan por mi mejilla. Cuando mi hipersensibilidad consumada parece reducirse a una leve sonrisa. Y siento que el mundo que me rodea no merece mi tristeza inexplicable. Que la vida es algo más que un montón de papeles y libretas y que me apetece salir con la energía que me caracteriza a demostrarle al mundo que tengo mucho que aprender y algo que enseñarle. Que quiero apartar de mis ojos la marea repentina, que quiero volver a ser capaz de ver la belleza de mi gente. Que con el abrazo a mi padre sienta un alivio diferente y que el ‘te quiero’ de mi madre lleve otra fuerza al verme. Quiero poder disfrutar de nuevo de cada segundo de ti.
Pero la lucidez se va de repente y vuelven las líneas discontinuas, que a veces se convierten en continuas. Y vuelve a aplastarme el peso del mundo y vuelvo a sentir la pena que me mata el alma, impidiendo que pueda respirar el aire de primavera que mueve los árboles de la esquina de mi casa. Llevo días sin poder plasmar ni una palabra, de las poderosas, de las que recuerdan que la realidad no es más que la apariencia que el mundo externo adopta ante nuestra percepción. Por ese motivo, sé que debo cambiarla  y volver a construir mi castillo de naipes, aunque en este momento no sepa cómo hacerlo.