Serpenteando el horizonte del susurro inconfundible
me diluyo tras la laguna de la eterna aspereza despertina
que se soslaya de vertiente impoluta e imbatible
como cisne negro procurador de lineales humeantes
De corroídos amarillentos los pálidos cielos del desierto
movimientos externos equiparables a tornados de alegría
Por estarse tumbado sobre prado verde no ruidoso
por la vida que a ti concierne parte de la mía
Porque las líneas blancas del arcén
no son anda sin el miedo de pisarlas
quéjese la raya por ser pisoteada
y enfádese el color por desaparecer la rozadura
Empobreciendo la arcilla del redoble
bombeando los tambores del mediocre
y así encasillado en el suburbio más cercano
se compromete el saxofonista a tocar la percusión
Batiburrillo de verdades que llegan sin razón
al dulce néctar de la lejana muerte venidera
sin soltar un solo ápice de vertiente
ni tan siquiera en tiempo de latencia evidente