domingo, 12 de junio de 2011

Otoño tardío


Se frunció el ceño y las lágrimas rodaron
Los sollozos se hicieron estridentes y luego se acallaron
Entre abrazos robados y regalados
la mente no le dejaba paciente
Las palabras se escapaban sin significado consistente
La noche cayó sobre los rostros de los dos
Tristemente me abrazaba y yo espectacularmente lo imitaba
Se durmió, me dormí, nos dormimos
Que virtuosos son esos momentos de los amaneceres
Mirando al reloj te sonríes porque te queda hora de sueño candente
Y el perdón y el querer se conjugan de repente
Miel de azúcar recorre lo inocente
La mona lisa se postra en el rostro con sonrisa
Suave, feliz, ya llegada la armonía
Dejamos de llorar entre halagos de cariño y una rosa en el cristal.
Me tumbo gustosa y acaricio su rostro de ángel de la guarda.
Aquel noviembre lejano alguien me mostró que querer es posible
Aun cuando parece imposible
Aquel otoño tardío me enamoré del más bello humano que existe

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