jueves, 27 de noviembre de 2014

El cruce

A veces el camino se bifurca y tú te quedas en el cruce paralizada mirando en ambas direcciones. En ambas se escuchan pájaros cantar, se ve un sendero verde lleno de flores y también en ambos hay piedras que dificultan tu paso y seguramente más de un agujero en el suelo que no atisbas ver desde donde te encuentras de pie. Llevo unos días sentada en este cruce. Unos días me incorporo y me pongo a andar hacia la derecha, otros hacia la izquierda y otros permanezco sentada. Mi indecisión no es algo habitual, acostumbro a tener claro el camino que tomar por eso me molesta mi aireado pensamiento, que cambia según el día o la hora y según la posición del sol. Pasan los días y mientras sigo trabajando en mis árboles del cruce, podando y poniendo bonita cada rama, me voy poniendo nerviosa al ver que mi trabajo en este tramo del camino va llegando a su fin y que pronto tendré que elegir un sendero. Hoy me he levantado otra vez en medio, sentada mirando a un lado y a otro, consciente de que lo que elija me va a conducir a algún sitio que desconozco. Esa búsqueda de la felicidad, tan compañera del ser humano, puede acercarme a la victoria o acabar en derrota momentánea. Aunque una cosa tengo buena, no me faltan compañeros de viaje que me allanan el camino que elija en cada momento. Un día más, seguiré aquí sentada.


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