Me diste la independencia de la que carecía cuando tan solo
era capaz de comprender parte de la vida compartida paternalmente. Me diste la
oportunidad de aprender a crecer más de lo que me habían ayudado y guiado los
que me quieren. Me desarrollé gracias a ti, en un mundo creado por mis
expectativas y mis ganas de mejorar cada día. Evolucioné dentro de un huracán
de incógnitas sobre cómo superar barreras. Me diste la libertad de elegir a mis
amigos, de conocer a gente que me seguirán a lo largo de mi camino. Me
envolviste en la felicidad de hacer lo que más me gusta. Maduré como persona,
como profesional, como amiga, como hija, como hermana, como amante. Me has
enseñado a darme cuenta del valor de uno mismo, a no dejarme pisar, a tener
criterio, a opinar, a actuar, a trabajar por los demás, para llegar a hacerlo
por mi misma. Me has dado todo lo que se necesito para empezar una vida.
Terminan los cinco años de momentos inolvidables. De aventuras ante los
primeros micrófonos y cámaras, horas y horas de teclear palabras, de corregirme
errores, horas de risas compartidas, noches de tés con amigos muy especiales y
queridos, viajes en tren, ratos en coche, paseos en bicicleta, conversaciones
hasta las tantas de la noche, llantos de dolor, enfados por la rabia contenida,
momentos de belleza, de romanticismo. Acaban cinco años y empieza el resto de mi vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario