lunes, 5 de agosto de 2013

Y me paro y pienso

Recuerdo una vez, hace ya algún tiempo, que nos vimos en un extraño encuentro en tu ciudad natal. Me quedé prendada de tus ojos. Comimos en un restaurante, que desde entonces es el símbolo de nuestra unión. Llevabas un polo a rayas blancas y azules. Pensé que me gustaba cómo vestías. Me hizo gracia tu pelo rizado. Íbamos acompañados de amistades, algunas caducas, otras no tanto. Se creó una especie de vínculo que nos llevó a estar algunos meses hablando por correos y mensajes. Recuerdo que tuviste una mala semana y desapareciste, sin dar señales de vida. Me entristecí al pensar que ya no te importaba. Viviste curiosamente y a distancia, esa vez, mi estancia en Londres. Me ayudaste a sentirme menos sola, confiaba en ti, casi tanto como ahora. Me escuchaste cuando más lo necesité y me aconsejaste cuánto pudiste y supiste. A mi regreso algo me paraba a verte, pero el tiempo no pudo por menos que lanzarme a quedar algunos ratos contigo. Hacía frío. Nos sentamos en un parque de al lado de mi casa, me abrazaste. Quedamos más veces. Fuimos con mi coche a San Vicente. Nos fuimos al cine, los dos solos, sin nadie en la sala. Y no sé por qué, no lo pude evitar, y me lancé a besarte. Volvimos juntos, callados, tras una bonita noche, que marcaba el principio de todo. Y así hemos ido creciendo juntos. Viviste mis años con compañeras de piso, mi tiempo de vivir sola, mis fines de semana con mis padres, viviste mis últimos años de universidad, mis prácticas en medios en veranos calurosos e insoportables. Todo iba rondando solo, no temía a nada. Y así cuando cumplíamos los dos años, nos fuimos a la aventura a vivir juntos a otro país. Desde entonces hemos compartido cama, cansancio, risas, lágrimas, pensamientos, cosas materiales, comida, plato y hasta los zapatos, cuando quiero hacerte reír e imito a un pato.



Y me paro y pienso:

A ti te gusta el heavy metal, a mí el chill out. En común tenemos la música clásica, el rock y el country.
A ti te gusta dormir de día, a mí de noche. A los dos nos gusta comer y dormir juntos.
A ti te gusta ir a conciertos en los que van vestidos de negro, a mi ir a meditar con los que van vestidos de blanco. Y sin embargo, ambos vestimos de colores.
A ti te gusta jugar en el ordenador, a mí leer durante horas. A los dos nos gusta mirar películas y series divertidas.
A ti te gusta enfadarte, a mi reflexionar. Pero ambos quedamos rendidos a la palabra de una buena conversación que todo lo pueda solucionar.
A ti te gustó Londres sin tapujos, a mí me encantó con alguna posibilidad. Pero ambos quedamos prendados del idioma y la cultura y esa bonita y tan única ciudad.
Tú solo saldrías a Inglaterra y Alemania,  yo me iría donde fuese en el mundo si pudiese ejercer de periodista. A los dos nos gusta viajar.
A mí me encanta la playa, tú odias su arena y su agua. Los dos disfrutamos viviendo a tan solo unos metros del Mediterráneo.
A ti te gusta comer pizza, carne y patatas, a mí me gusta casi todo y probar lo nuevo. Los dos disfrutamos de una buena comida en Fosters.  
Tú serías capaz de quedarte un día sin salir de casa, yo sería incapaz de no pisar 10 minutos de calle. Los dos saldríamos con el coche sin rumbo por estar juntos.
Tú eres bueno en los deportes, yo no coordino brazos y piernas. Los dos disfrutamos de un buen paseo en bicicleta.
Tú ganas en todos los juegos de mesa, yo siempre acabo con la llave negra. Los dos nos reímos y nos miramos compenetrados cuando jugamos con Estafilococo.
Tú compones una bonita melodía, yo escribo su letra. Ambos la cantamos bajo las constelaciones (nuestra pasión por la astronomía)
Tú quieres visitar un pueblo de Alemania, yo quiero ver el Machu Pichu. Ambos iríamos a Egipto a subirnos a lo más alto de las piramides.
Tú me adoras y me quieres, yo te quiero y te adoro. Los dos nos amamos tanto como siempre.

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