En brazos de cada uno de ellos me he criado y gran parte de
mi personalidad se la debo a sus enseñanzas, que sin adoctrinamientos han
sabido transmitir a mi corazón todo lo que la vida les ha mostrado. Siento que
estas mismas letras que escribo son parte y culpa de esto, de un colectivo que
no se rinde. Que se cae y se levanta.
Como una retrospectiva pasaban por mi mente imágenes varias
de esas cenas con botella de agua, de esos testimonios que me han hecho
derramar cada lágrima, de esos abrazos tan llenos de significado. Lo visionaba
como una película mientras esperaba mi turno ante todos ellos para hablarles de
cómo llegar mejor a los medios de comunicación. Aunque a mi corazón han sabido
llegar de un modo mucho más sencillo y cercano. Y tras todo esto llegó el
principio del fin, aunque yo prefiero verlo como el principio del renacimiento,
de la mejora, de estima por el propio colectivo. Porque querida familia, hay
algo que no podéis olvidar, sois muy necesarios, sois altruistas, sois fuertes,
sois maestros del niño perdido sin esperanza. Y nada, absolutamente nada, ni la
política, ni la economía, ni que cierre la federación nacional, ni que caiga un
meteorito sobre la asociación, puede detener esa parte humana que hace posible
que miles de personas puedan decidir salir de la adicción y aprender lo bonita
y bella que es la vida.
Y yo, de modo individual, me comprometo a ayudar en lo
posible porque, queridos lectores, se ha demostrado que los políticos no nos
van a ayudar, así que es el momento de unir fuerzas y apoyarse unos a otros
como ciudadanos y personas. Solo así recordaremos qué es la humanidad y nos
alejaremos poco a poco de un sistema fraudulento que no funciona y que nos está
matando como seres humanos.
Este artículo de opinión se publicará en el próximo número de la revista portuguesa Dependências.
Este artículo de opinión se publicará en el próximo número de la revista portuguesa Dependências.
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