Esa mano compañera que desfila entre las cuerdas de la creación de notas suaves o estridentes.
Esa mano enamorada que amanece acariciando mi oreja y pelo despeinado.
Esa mano sonriente que anda junto a la mía en las tardes de pareja confidente.
Esa mano grande que acapara la taza de café en las tardes lluviosas.
Esa mano que decide compartir un rato de serial televisivo con superhéroes humanos. Como tú y yo, rescatadores de vidas débiles, que se convierten en familia.
Esa mano que me ha dado tanto.
Esa mano con la que comparto mesa, cama y vida.
Esa mano que me ha hecho pensar que no le necesito pero que incluso sin necesitarlo, he querido elegirlo como compañero de camino.
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