jueves, 15 de marzo de 2012

El pausar de mis días


Es así como quiero el pausar de mis días. Con tus palabras, que solo persiguen producir en mí la sonrisa que tantas cosas borraron. Que cuando la indignación de no entender el mundo que me arrebata la energía, tú me respondas con el afán de hacerme olvidar lo que me aturde. Porque me gusta caminar por la montaña y trasladarme al desierto sin aurora boreal, o viajar al otro extremo del mundo compartiendo la experiencia de cada segundo de existencia. Al tiempo que el dulce azul de tus ojos, me transmiten lo que dejas de decir, me conmueven con tu comprensión y respeto de las cosas que me importan, aunque a ti ni siquiera te retuerzan el alma. 
Si tan solo fuese un momento, lo describiría como arrebato. Sin embargo, no es un arrebato lo que siento. No es soledad, ni tristeza, ni conjetura, ni aspereza. Hacía tiempo que no se compaginaba tan bien la tranquilidad con la buena compañía. El camino era estrecho y costoso de subida. Las piedras invitaban a resbalar sin remedio cerca de un precipicio porque tenía la certeza de que nadie me iba a dejar caer. Y nunca sucedió. Quiero compartir el miedo, la alegría. Quiero caminar bajo la luna de día y el sol de la noche, para perderme entre contrarios contrariados de quererte. Pero espera, para en seco. Todo eso ya lo tengo. Sonrío, te beso  y me acuesto. Porque me quieres y te quiero.

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