Cogí de la punta la manta terciopelo intocable y la arrastré rasurando cada milímetro de cielo. Como una sábana atada a la cola del avión hasta cubrir la esfera y dejar sin sol. Luego cogí los colores acuarela y me entretuve pintando de tonos anaranjados el horizonte decorado por una gran pelota enérgica. Quedaron pues maravilladas las flores tulipán, quienes con sonrisas, combatieron el manto de nubes, creando esponjas dulces.
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