sábado, 14 de agosto de 2010

Atalaya

Mil noches soñando
que las estrellas caían sobre suelo mojado.
Cien días pensando
que nadie es para mí.
Diez tardes de figuras desdibujada
en hojas blancas borradas.
Cinco mañanas revueltas
por creencias desvirtuadas.
Atalaya en monte
ciñese sobre mar extenso.
Perpetrado en cada rincón
con ese mismo sentimiento.
Ocultando mil verdades en el horizonte,
vislumbrando mástil desde el picaporte.
Luz suave alumbra la velada
Reflejo de la luna sobre el cristal mojado
Y yo sentada pienso
que solo las letras me ayudan a plasmar
lo que siento sin tener remordimiento.
Muéstrame el camino de la vicisitud
Llévame al espacio del lamento
Créeme cuando te digo
que para mí sí hay un destino.

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