lunes, 31 de enero de 2011

La vida teñida de azul

Azul. Olas que parecen tumbar al mayor barco y sirenas que no existen si no es cantando. Verde. De las montañas arbóreas, espolvoreadas de blanca suerte. El vestido largo e impoluto se pasea por la orilla mientras vuela por el borde de la ola. El castaño del pelo parece casi rubio por el sol que se resbala por entre los finos pelos que lo poblan. Y pisa la arenisca huella del paseo vespertino. Mirará el horizonte de nubes y sentirá el frío del invierno. Se abrazará a si misma con la chaqueta de lana de su abuela. Y pensará en el futuro, sintiendo miedo de permanecer en la penumbra y no conseguir lo anhelado desde la espina. Cuando el viento sople la suerte hará que vire su fortuna y desde su propio barco se agarrará fuerte al primer poste. Se sentará en el suelo y esperará el primer golpe. Hasta que el viento se convierta en brisa y la tormenta en sol radiante y ella pueda volver a lucir su vestido de joven y se sonría orgullosa de haber podido calmar a los truenos agresivos. Se repetirá la misma historia una y otra vez hasta llegar a buen puerto. Aunque tranquila de saber que el viaje no es por placer, que muchos como ella navegan, algunos desde hace tiempo, otros desde hace nada, pero siempre con la mejor de las esperanzas. Porque la vida siempre es mejor en compañía.

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