Si todos los días fuesen como este, me vería obligada a
guardar las sonrisas en un tarro de cristal para no perderlas, de tantas que
derramo. Así podrías verlas y escoger la más bonita. De modo que cuando al fin
el ritmo de tu corazón me marque los minutos al despertar a tu lado, poder
elegir tan solo mi mejor sonrisa de labios sonrojados.
La sensualidad se
convierte en tus gestos suaves ávidos por conocerme. Marcando el tiempo que me
queda por levantarme y dejar de ver tu rostro desvestido de mentiras. Solo el
paseo de mi mano por tu barba produce en mi el gozo de una santa. Vertebrando
uno a uno el plan de vida que me espera contigo.
Shhh silencio. Permanece callado mirando lo que siento. Porque
disfruto con tus gestos y mis besos. Con tus huecos y recovecos. Con tu simple
compañía y con el compartir que te caracteriza.
Allí en el espacio que nos hizo conocernos el primer día,
veía tu mirada como ardía. Una vez más y sin que sea la última, estuve en el
perfecto encuentro de tu alma con la mía.
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