martes, 29 de enero de 2013

Don Alguien

"Andrajoso. Es un Don Nadie. Apesta. Es un vago. Si no trabaja es porque no quiere". Cuando el hombre entra en el vagón, el aire se impregna de esas palabras de odio y repugnancia. La gente lo trata como si fuese un animal mezquino y salvaje que no merece ni que lo miren. Nadie piensa que es una persona. Que detrás de su ropa rota y sucia hay una historia. Que detrás de sus ojos y sus palabras, hay un buen hombre. Ha saltado de un vagón a otro mientras el tren estaba en movimiento. Y nadie, absolutamente nadie, se ha preocupado de su llegada. Educado, eso sí. Habla al vagón fantasma pidiendo caridad. Su mirada triste y exánime rompe el corazón de quien lo mira. Tal vez por eso, todo el mundo baja la cabeza y mira su móvil. 
Al final del tren un joven de traje y sonrisa de anuncio de televisión mete la mano en la bolsa que lleva zarandeando todo el viaje. Saca un aguacate y le ofrece la primera comida del día al que ahora ha pasado a ser Don Alguien. Solo por estos gestos, una sigue creyendo en la humanidad.

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