sábado, 6 de julio de 2013

La niña del pichi con papá uno y papá dos


Dos manos pequeñas cogidas y orientadas a lo alto, como si quisieran tocar el cielo, pero al final de los dedos, en vez de azul, hay cariño. En cada lado, uno de los padres. Papá uno y papá dos (son los dos hombres). Y andando a paso despistado está la niña, vestida con un mono vaquero y andando descalza, ajena a las múltiples conchas que van a pinchar los delicados y minúsculos pies. En su cara, unas gafas rojas ocupan casi la mitad de su rostro risueño. En la cabeza  aún no lleva coletas porque no se lo permite la largaría de su pelo. Y allí están los tres, posiblemente los más felices de la tierra en ese momento. Van esquivando niños desnudos que corren con sus cubos hacia el mar, para cargarlos de agua y llenar el foso del castillo. Y allí van esquivando señoras que los miran extrañadas porque seguro que jamás han visto a un grupo de tres tan perfecto y unido. Esquivando adolescentes que toman el sol junto a la orilla con su música en los cascos. Y en mitad de la playa, con el viento en contra, aunque no les importa, compartiendo las sonrisas conmigo. Sonrisas cómplices al desear un mañana en el que no será necesario esquivar nada porque la vida no les pondrá obstáculos, ya que sencillamente son una familia más que pasa la mañana de un viernes de julio paseando con su hija por la playa.

PD. La fotografía que acompaña al texto la he encontrado en Google pero me ha parecido preciosa y la he querido incorporar.

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