miércoles, 5 de diciembre de 2012

Sentirse como ausente


Sentirse como ausente. Con centenares de personas pasando por doquier.
Stop! Nada.
Sigue caminando. Mientras alguien sufre la pérdida de su casa. Sigue pasando la gente, en pleno Piccadilly.
Stop! Nada.
 Siguen andando. Unos contestan con sonrisas. Otros esquivan el rojo caramelo de la chaqueta.
Stop! Nada.
No se paran. Unos no pueden dar. Otros no quieren recibir. Sonrisas forzadas.
Stop! Nada.
Pasos que se alejan. Un terremoto mata a miles de personas.
 Stop! Nada.
Un huracán azota la costa este de algún país.
Stop! Nada.
Una guerra acaba con la vida cientos de civiles.
Stop! Nada.
Un analfabeto deja de aprender a escribir.
Stop! Nada.
 Un niño no come en una semana.
Stop! Nada.
Un poblado lleva siglos sin agua potable.
Stop! Nada.
Siguen y siguen y siguen. No miran, no contestan, no piensan. Sentirse como ausente. Negros, chinos, rusos, brasileños, blancos, mezclas preciosas. Prisas, railes sonando, luces invadiendo el espacio.
Stop! Nada.
Cientos, miles, millones de Noes. Y entre el tumulto, allí pequeña y única, la más especial. La que regala un abrazo. La que firma por la humanidad.
Stop! Aún hay esperanza.

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