Aquellos lugares que frecuentas en tu infancia, dejan una
huella grabada en tu corazón. Así recuerdo por ejemplo, el piso de mis abuelos,
donde pasaba el rato de medio día antes de volver al colegio, acompañada de mi
abuelo que me daba ese caramelo, que no he podido volver a probar porque me
entra lástima. El Ciudad de Alcoy es para mí ese piso, la infancia de mi
profesión. Fue mi primer contacto real con el mundo del periodismo, en un
pequeño lugar, un periódico local y acompañada de grandes personas, que
marcarían, sin ni siquiera saberlo, una huella imborrable. Me hubiese gustado
que mi hermano pequeño, que estudia primero de periodismo, hubiese podido
experimentar lo mismo que yo hace cinco años. Desayunar con Jorge Sedano, entonces
alcalde de Alcoy, subir a la Font Roja a ese desayuno en la moto de Xavi
(quitando la quemada de la pierna con el tubo de escape al bajar), mirar por la
ventana la gente que cruzaba la calle mientras pensaba en cómo llenar dos
páginas de un reportaje de las fiestas de los pueblos de la comarca, etc. Me
hubiese gustado poder pasar en el coche dentro de años y señalarles a mis hijos
el lugar y decirles: ‘Mira ahí hice mis primeras prácticas’. Y poder presumir
de que ese periódico de papel, único en la ciudad, había sobrevivido a la
hecatombe y muerte en vida de una parte importante del periodismo, la
proximidad al ciudadano, la parte humana. Sin embargo, me he enterado a tiempo
aún de escribir estas breves líneas, el Ciudad cierra, a pesar de sus esfuerzos
e intentos. Y con su cierre Alcoy es un poco menos ciudad y por supuesto, menos
plural y democrática porque tiene una visión menos de la realidad. Desde mi
humilde perspectiva de ‘novata’ periodista solo quiero trasmitir ánimo a los
que seguirán siendo mis compañeros y decirles que pese a todo, el Ciudad de
Alcoy ha dejado una huella en mi corazón y en la de todos los alcoyanos.
Publicado en el Ciudad de Alcoy en su último ejemplar el 30 de abril del 2013.