martes, 9 de abril de 2013

El poder de los opuestos



Llego a lo reposado de mi cuerpo con la ayuda de un maestro. Callados. Con la única música del silencio. Vaciando tensiones. Respirando tranquilidad. Moviendo extremidades suavemente hasta conseguir encontrar las semillas de mi vientre, las sanas, las que me alimentan de vida. Enraízo mi cuerpo al suelo y lo uno al cielo. Me aposento sobre la seguridad. Ahuyento banalidades. Me pierdo en lo espiritual de mi pensamiento. Respiro dando de comer a cada célula de mi cuerpo. Hambrienta de relax. Me traslado sin saberlo a la cima de la aurora boreal pero sin la psicodélica mancha de colores. Uno lo fuerte con lo sensible y siento el poder de llevar entre mis manos un pedazo de cielo. Lo deposito en la tierra que siembro. La tensión se une a la relajación y con la unión de los contrarios enriquezco mi corazón y la energía se deposita donde más la necesito. Y sin querer respiro como un niño y sin saberlo sonrío. A mí misma, a mi vecino. Y me reencuentro cada día reconduciendo mi energía. Los opuestos tienen un gran poder. Si se unen, trabajan y avanzan juntos.

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