Bajo un ritmo musicalmente desconocido, con las gotas de la
lluvia titubeando en el cristal y las nubes bajas cubriendo las aceras.
Escribiendo casi con ojos cerrados porque las palabras se van tecleando solas
al ritmo del pensamiento alimentado por
la poesía opaca. En compañía pacífica y silenciosa pero con una presencia
plausible. Acompañando al volar de las aves, sobre las nubes espumosas, atenta
al vendaval revolucionario de las olas. Con un apósito que sujeta las alas que
no tengo. Con la imagen inusitada de una vela encendida en el cielo. Sintiendo
un calor que proviene de ninguna parte y de todas a la vez. Con el aroma de
café en mi mano. Creando una sonrisa sin remedio. Jugando y saboreando la crema
de sus granos machacados. Alejada de lo real pero viviendo lo verídico. Sentada
sin saberlo junto a dos celícolas capaces de proteger mis sueños de las
pesadillas. Entre ángeles que mueven las nubes al ritmo del aire frío,
produciendo calor hogareño. Lejana a las marcas que deja un avión de pasajeros.
Segura en un refugio de todos mientras hago lo que más reconforta, con sus
tildes y sus comas. Y en la pared de la esquina, pegada la ansiedad del día a día.
Olvidando sin dejar de tejer futuro, para aprender del pasado y vivir el
presente marcado por el titubeo de las gotas en l cristal.
No hay comentarios:
Publicar un comentario