Se ve traslúcida a través de mis ojos miopes, pero creo en su belleza porque una vez la vi sin necesitar cristales, los que me hacen ver cosas que no sé si son reales. La primavera nocturna me asombra, con el ligero y húmedo frío que guarda durante el día, con el soslayo gotífero que embadurna los espejos. Y de fondo, como no, el rugido lejano sin pausa que me recuerda su presencia de gaviotas dormidas sobre un vaivén iluminado bajo una atento satélite.Y la luna entristecida porque nadie ve su brillo, acompaña a esos puntos dibujados como esferas y se pregunta el por qué de la popularidad del sol. Mientras, yo me asombro de cómo el trabajo me alegra el corazón y me llena de energía sin razón. Aunque haya algo que siempre me acompañe. La libreta, el tinte, las palabras, un nido de cigüeñas.
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