Me miré en el espejo del suelo y empapé la superficie. Ni mis
cabellos despeinados eran capaces de detener el ritmo de los lagrimones que
caían como flechas. No es que quisiera hacerme la fuerte. Había estado tan a
gusto, que ni siquiera me había percatado de lo mucho que los echo de menos.
Por eso al final me desmonté. Cuando el abrazo de despedida se ciñó sobre mi
mente. La que daba vueltas a lo mismo: “Que como mínimo pasará un mes antes de
volverlos a tocar”. Y eso a pesar de que estoy muy bien acompañada.
Hay ratos en los que cogería un avión y me volvería, con o
sin maletas, pero lo haría. Y otros en los que me quedaría en busca de una
oportunidad lejana de sobres, mequetrefes y ladrones. Porque quiero verle
disfrutar con su trabajo, verle concentrado y realizado. Se lo merece por lo
mucho que me cuida y me quiere.
Así es que he hecho un trato conmigo misma. Disfrutar de la
escritura, del periodismo y la aventura. Porque las complejidades de la vida
tengo mucho tiempo para vivirlas. Así que mañana depositaré el espejo sobre el
suelo, pero esta vez en la superficie blanca por la nieve. Me miraré y sonreiré
a mi propio reflejo porque he llegado lejos, porque he aprendido en el camino,
porque me merezco un respiro, la sanación y el reencuentro. Cogeré carrerilla
para saltar los muros que se construyan en mi camino. Me estoy preparando para
una maratón llamada vida. Por eso hoy me miraré en el espejo del suelo y empaparé
la superficie pero con lágrimas de emoción llenas de energía y por supuesto,
una enorme sonrisa.
Tu puedes. Y sabes que, cuando estés de bajón, puedes contar con nosotras. Y cuando no lo estés también =)
ResponderEliminarUna reflexió intima i especial, fruit de la maduresa personal.
ResponderEliminarGracias bonica! Lo mismo digo :)
ResponderEliminarEl papito em vol un huevito jijijij
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