domingo, 6 de mayo de 2012

Dulzura



Subo al autobús medio distraída con la música pausada que me acompaña al medío día. A mi lado viaja una pequeña y dulce criatura llena de energía. Observo la inocencia y la curiosidad que despierta por mi persona. Le sonrío. Como suelo hacer con cada pequeño que me cruzo. Me río. Coge el calcetín y tira de la punta. Primero un piececito, luego el otro. Ahora parece arlequín vestido de rosa. Balbucea una frase inconcebible y dibuja con sus brazos inconceptualidades graciosas. No despierta el interés de nadie más que no sean mis instintos protectores. Las calles avanzan casi solas y la pequeña coge su chupete y se lo pone en la boca. Audaz, como si tuviese prisa por entrar en una sueño de siesta corta. El autobús balancea el carrito en el que viaja como si fuese su cuna balancín. Poco a poco el bebé desaparece del mundo de los despiertos para pasar a soñar en la sonrisa que le ha acompañado en su trayecto. La mía.

Al bebé del autobús.

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