domingo, 20 de mayo de 2012

Entre el aire enfriado por la luna


Caía y me levantaba. Era como caer al suelo y de pronto que alguien me estirara del brazo para levantarme. Por mi mente circulaban todo tipo de ideas. Miraba entre recuerdos mis manos manchadas de tinta gris, olía hasta la esencia de las páginas del periódico. Mientras leía dibujaba en mi mente las escenas. Aquella mujer llena de las lágrimas que aún le quedaban por derramar, abandonando a su pequeña recién nacida, en la puerta de una guardería. Sin casa, sin trabajo, sin dinero, sin poder alimentar aquella cosa diminuta que por instantes mantendría en sus débiles brazos y que jamás la volverían a sostener. Dejándola entre sábanas limpias en una cesta con esa nota: “No me juzguen, es lo más duro que he hecho en mi vida”.

Cada vez que me viene a la mente, los pelos se me erizan.

Estoy en la oscuridad de la noche, respirando el aire enfriado por la luna y cerrando los parpados. Repito en mi mente que si siento tristeza es porque en mi mente hay un mal pensamiento que la produce y la engrandece por esa ley de atracción de la que algunos hablan. No entiendo porque la tristeza de algunos es la riqueza de otros. Me he dado cuenta que al empatizar con la realidad, he provocado mi locura. Tal vez la no ficción alternativa sea la respuesta.

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