lunes, 15 de octubre de 2012

Llega el frío



Llega el frío. Parecía no querer salir de su escondite, pero ha vuelto como siempre en el otoño de hojarasca amarillenta y naranja. Ha tardado en despachar el calor y ha aparecido sin advertir que ya salía con mangas largas. Parece oxigenar mejor que nadie. Y por fin se ha quedado atrás el calor sangrante. El abrigo se arrima a la puerta del armario deseando salir y proteger al cuerpo tembloroso. El sol se aleja sin dejar de brillar pero calentando diferente. Tan solo el resquicio de la nube avisa de la llegada, en unos meses, de la suave capa blanquecina sobre una Aitana de sombras cambiantes. Solo espero que no sea el último invierno de un país ya gélido, que el destino escrito en las paredes de la calle, haga tumbar las mentiras y levantar el poder del pueblo reinante por su trabajo y esfuerzo. Solo espero que el hielo no cubra las calles sin remedio. Que exista un futuro entre estas ramas que se tiñen de color en primavera y dan de comer con sus frutos. Que no muera la cosecha del campesino. Que no se talen los árboles enojados con las hachas que no les dejan vivir. Solo espero que la vida acelerada no deprima a una naturaleza cansada de luchar. Que los gigantes sigan animados y hagan cambiar el tiempo cuando toca. Que no se quede para siempre el frío, pero tampoco el calor. Que el equilibrio de las cosas se plasme en las miradas de optimismo. Que el andar no se convierta en miedo. Que el trabajar exista con derechos. Que se pueda construir un mundo con futuro. Y que la rabia sea capaz de apagar el fuego como enemigo del bosque verde. Con una exhalación que envenene el cuerpo y avise a los gorriones de que pronto podrán volver. Que se erice cada pelo del brazo. Y que la llegada del invierno solo sea el preludio de un tiempo mejor en el futuro.

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